Este gigante de Sudamérica evoca fiestas, samba, playas, fútbol y casi todo lo lúdico, a la vez que aventuras en el corazón esmeralda de la selva amazónica. Hay una intención de intensidad en todo lo brasileño, que no puede dejar indiferente a nadie. Un país sin complejos y con gente muy bella interior y exteriormente.

La población y el desarrollo económico se concentran en las áreas más próximas a la costa. Por supuesto, éstas son las zonas de mayor contraste económico, de las ciudades modernas, coloniales y de los barrios de favelas.

No hay ninguna época poco recomendable para viajar a Brasil en general, a excepción de la zona sur del país, en la que las diferencias entre estaciones sí son extremas, con veranos especialmente calurosos y húmedos e inviernos muy lluviosos. Durante el período vacacional brasileño, de diciembre a febrero, el alojamiento puede resultar más complicado y caro; además, el grado de humedad que se alcanza en la zona comprendida entre Río y el extremo sur del país puede aumentar de manera considerable.
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